CARRACA (Coracias garrulus)
Esta bella ave cubierta de una llamativa tonalidad azulada y pardorojiza en el dorso y que pasa el otoño y el invierno en la sabana y otras zonas tropicales del África subsahariana, la podemos ver en primavera y verano en plena Llanura Manchega allá donde haya, sobre todo, algún viejo árbol -en especial encinas, álamos, chopos u olmos-, pues aprovecha las oquedades y las grietas de los viejos troncos, y, sobre todo, los desocupados nidos del pájaro carpintero peninsular -el pito real- para anidar. Si llamativo es el colorido de su plumaje, no lo es menos su canto y reclamo, un áspero y rechinante sonido que es audible a larga distancia y que es emitido especialmente durante la época del cortejo entre machos y hembras justo antes de iniciar a época de cría. Por ello, este cántico de la carraca tan singular da nombre a un tradicional y típico instrumento musical folclórico manchego utilizado entre otros muchos en la zona en procesiones religiosas como las de Semana Santa.
CARRICERO COMÚN (Acrocephalus scirpaceus) y CARRICERO TORDAL (Acrocephalus arundinaceus)
La banda sonora en primavera-verano de las Tablas de Daimiel y Villarrubia y del resto de humedales manchegos tiene, entre los numerosísimos componentes que la hacen posible, a dos pajaritos como principales protagonistas: son el carricero común y el carricero tordal, conocidos en la zona como “carranchines”. Ambas especies, muy abundantes y de aspecto muy parecido por ser parientes muy cercanos, a lo largo del día y ocultos en la espesa maraña de vegetación palustre característica de estos espacios, inundan con su característico e inconfundible cántico rítmico, repetitivo e incesante el espacio sonoro de estos parajes, siendo muy similares, aunque de especial significancia el del macho del carricero tordal, que por su destacada potencia se erige como una de las estrofas más típicas la banda sonora de primavera y verano de los humedales manchegos. A continuación aparece el cántico de ambas especies, en primer lugar el del carricero común y seguidamente el del carricero tordal.
carricero común
carricero tordal
CUCO (Cuculus canorus)
Éste es uno de los sonidos y cánticos más presentes y comunes en los Montes de Toledo y la Sierra de Villarrubia sobre todo durante la primavera, el emitido por el cuco común recién llegado de África para atraer a las hembras de su especie y marcar su territorio. Desde algún punto bien oculto entre la espesa vegetación arbustiva y pseudoarbórea de estos parajes -pues se trata de un ave muy esquiva y huidiza-, el cuco se hace notar con este simple, repetitivo y amable cántico que desde su punto de emisión se expande por los valles, vaguadas y laderas más cercanas de estas serranías.
