CÁNTICOS Y VOCES DE LAS AVES DE LA LLANURA, LAS SIERRAS Y LOS HUMEDALES MANCHEGOS

CRÍALO (Clamator glandarius)

Finalizando el invierno llegan a la Península Ibérica las primeras aves “africanas” que, tras haber pasado los meses invernales en distintas zonas de África, vienen al continente europeo para, durante la primavera y buena parte del verano, llevar a cabo su vital fase de reproducción y cría. Algunas de esas especies son especialmente tempraneras, caso de la cigüeña blanca, las golondrinas y aviones o el críalo o, también llamado, cuco real o europeo –no confundirlo con el cuco común, más propio de las zonas forestales y serranas-. El críalo fácil escucharlo habitualmente ya durante el mes de febrero por las tierras y campos de la Llanura Manchega con su inconfundible y sonoro cántico, emitido especialmente cuando se produce una “persecución” de los dos miembros de una pareja en celo o cuando uno de ellos es también perseguido por una urraca intentando alejar o expulsar a un críalo de su recién construido nido. Porque el críalo, al igual que su pariente el cuco común, es a la hora de criar un ave parásita, es decir, deposita sus huevos en el nido de otra especie para que esta otra saque sus pollos adelante en vez de sus propios padres progenitores, que se ahorran así tal ardua tarea. Y en el caso de los jóvenes pollos de críalo en la Llanura Manchega, van a ser precisamente las urracas sus principales “padrastros” y “madrastas”, que, año tras año, caen en ese exitoso engaño pertrechado sus los verdaderos padres.

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MARTÍN PESCADOR (Alcedo atthis)

Aunque es muy habitual en muchos de los humedales manchegos, incluido el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos del Guadiana, este peculiar pajarito siempre ligado al agua no se deja ver nada fácilmente, y eso que cuenta con un plumaje dotado un muy llamativo azul metálico que, en especial cuando se refleja en él plenamente una luz solar intensa, adopta una muy poderosa y contrastada vistosidad. Esto es así en parte por lo veloz y fugaz de su vuelo, sobre todo al desplazarse de un posadero de acecho a la pesca a otro, tan rápido, que el circunstancial espectador que tiene la suerte de presenciarlo sólo percibe un instantáneo destello, casi cuan si de una brillante estrella fugaz azulada se tratase. Cuando lo hace, el martín pescador suele emitir a la vez un característico cántico, el cual, si previamente no hemos advertido de ningún modo su presencia o pasada en vuelo, nos da el aviso de ello, de manera que si el oído nos guía bien y somos lo suficientemente rápidos con la mirada, tendremos la fortuna de ser testigos de ese “visto y no visto” espectáculo natural. En todo caso, también en muchas ocasiones el martín pescador emite este peculiar cántico desde su posadero de caza, de manera que si de nuevo nuestro oído sabe guiarnos a su punto de origen y emisión, allí encontraremos a este precioso pajarito, que rápidamente lo localizaremos por su nada discreto plumaje.

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BÚHO REAL (Bubo bubo)

En los Montes de Toledo, y dentro de estos también en la Sierra de Villarrubia, en casi cualquier ocasión que nos encontremos próximos o caminando a los pies de un cerro coronado por agrestes farallones rocosos es muy probable que escuchemos, en especial anocheciendo o ya en plena noche, incluso si estamos a larga distancia, el inconfundible cántico o “aullido” del búho real, aunque de manera especial a finales de invierno, pues en esa época concreta esta especie se encuentra inmersa en plena fase de cortejos amorosos y nupcias previos a la época de cría. Esta enorme rapaz nocturna, la mayor de la Península Ibérica y del continente europeo, tiene una especial preferencia por vivir, habitar y criar entre los riscos de los grandes peñascos montañosos y serranos, muy prolíficos en muchas de las cimas y laderas de los Montes de Toledo y la Sierra de Villarrubia, de manera que en estos parajes esta especie tiene una importante presencia, siendo uno de sus principales bastiones a nivel peninsular y de Europa.

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