REFLEXIÓN SOBRE EL PATRIMONIO NATURAL DE VILLARRUBIA DE LOS OJOS DEL GUADIANA

MOTIVOS DEL ÍNDOLE PERSONAL IMPIDEN CONTINUAR TEMPORALMENTE Y DE MANERA INDEFINIDA EL DESARROLLO DEL ACTUAL BLOG EN EL QUE SE PROFUNDIZAN, AMPLÍAN Y SE PONE DE ACTUALIDAD LOS CONTENIDOS QUE DAN VIDA Y CUERPO A ESTA WEB. CON EL DESEO DE REANUDAR MÁS PRONTO QUE TARDE LA ACTIVIDAD DE ESTE APARTADO, AQUÍ UN HASTA LUEGO NO SIN ANTES PROPONER UNA REFLEXIÓN SOBRE LA SITUACIÓN Y EL ESTADO ACTUAL DEL EJE VERTEBRADOR DE TODO ESTE TRABAJO: EL PATRIMONIO NATURAL DE VILLARRUBIA DE LOS OJOS DEL GUADIANA.

 

 

REFLEXIÓN SOBRE EL PATRIMONIO NATURAL

DE

VILLARRUBIA DE LOS OJOS DEL GUADIANA

 

(David García Urda)

 

Por fortuna, a diferencia de lo que ocurre con aproximadamente dos tercios de la población mundial, en Villarrubia vivimos dentro del Mundo Desarrollado. Eso quiere decir que, en mayor o menor medida, nosotros y nuestros vecinos y conciudadanos tenemos al alcance y a nuestra disposición los más  desarrollados conocimientos científicos y avances técnicos que se puedan encontrar a nivel mundial. Ello nos ha conducido en Occidente a lo que entendemos como la “Sociedad del Bienestar”, que permite que, de forma muy generalizada, las personas que en ella nos insertamos podamos disfrutar, desde la infancia hasta la vejez, de unas condiciones de vida bastante dignas, traducidas en poder tener un acceso a una educación y formación muy completas, a un sistema sanitario bastante aceptable o en disfrutar de unas buenas condiciones de trabajo o de vida en caso de vejez, invalidez, desempleo… En definitiva, esta “Sociedad del Bienestar” en la que nos hemos instalado, y en la que el Estado juega un papel básico al ofrecer una gran cobertura social, nos ha llevado a un altísimo nivel de vida sin parangón en la Historia de la Humanidad y de ello debemos ser bien conscientes. Pero estos países tan desarrollados y avanzados como el nuestro, en ese acertado afán por llevarnos y mantenernos en esta “Sociedad del Bienestar”, se han dado cuenta desde hace ya tiempo que garantizar entre sus conciudadanos la Educación, la Sanidad, las Pensiones, etc… no son suficientes si no es cubierta otra necesidad vital que ya es valorada de primerísima magnitud: el respeto y el derecho al disfrute del Medio Ambiente. Así pues, por mucho que se hayan conseguido aquellos otros objetivos, no habremos logrado un pleno bienestar social y una plena calidad de vida mientras nuestro Medio Ambiente se encuentre en unas condiciones alejadas de lo ideal y deseable y nos veamos privados de su disfrute.

 

Esto es así por una sencilla y lógica razón: nosotros los seres humanos venimos de la Naturaleza, somos parte de ella y, consecuentemente, sólo podemos vivir dentro de ella. Desde luego que, desde nuestra aparición, las personas hemos ido progresando material y tecnológicamente para superar las adversidades a las que la propia Naturaleza nos ha sometido durante milenios y, afortunadamente y gracias a ellas, hemos conseguido sobrevivir al frío, al calor, a las epidemias, a las hambrunas o superar incontables obstáculos, todo un logro y de lo que nos podemos sentir orgullosos como seres humanos. Pero no confundamos el desarrollo y los avances materiales y tecnológicos con el verdadero progreso. Si bien es cierto que muchísimos de estos avances nos han permitido mejorar enormemente el bienestar de la Humanidad, lo cierto es que en muchos casos han sido a costa de la propia Naturaleza y, en consecuencia, de nosotros mismos. Por poner sólo algunos ejemplos comunes a toda la Humanidad a nivel global: hemos contaminado el aire, el agua o los alimentos que consumimos y ahora nos afectan enfermedades generadas por ellas como el cáncer; hemos abusado del agua y ahora, con nuestros ríos, arroyos y acuíferos secos, dependemos para nuestro abastecimiento de trasvases venidos de fuera cuya cantidad y calidad no estará nunca garantizada; nos hemos aferrado a un tipo de vida en el que hemos hecho imprescindible el uso de hidrocarburos para el transporte y otro tipo de actividades y debido a ello hemos llegado a provocar un auténtico cambio climático, cuyas nefastas consecuencias ya estamos padeciendo y lo peor –dicen los expertos- aún queda por llegar; donde antes había parajes llenos de vida y color que transmitían alegría y ganas de vivir, ahora no vemos más que moles de ladrillo y hormigón o montones de basura y residuos que cambian drásticamente nuestro estado de ánimo. Entonces, ¿a eso lo podemos llamar progreso? No se trata de echar por tierra los logros que la Humanidad ha conseguido durante milenios y milenios y que indudablemente nos han mejorado las condiciones de vida, simplemente se trata de aplicar todos estos conocimientos, avances y adelantos para conseguir un equilibrio con ese Medio Ambiente del que, por mucho que no quisiéramos, depende nuestras vidas. De la otra manera, no llegaremos a ningún lado.

 

Ya a un nivel exclusivamente local, muy lejos de lo que muchos piensan, y desgraciadamente la mayoría de nuestros gobernantes, las políticas medioambientales no consisten en crear parques y jardines muy bonitos, ni tampoco en poner muchas papeleras o incluso colocar contenedores para el reciclaje, lo cual, no obstante, también es importantísimo. Muy al contrario, una verdadera política medioambiental es aquella  que hace todo lo posible por que la calidad medioambiental en todo lo que es su área de acción sea la más óptima posible en términos de salud y que su patrimonio medioambiental se conserve en las mejores condiciones posibles para garantizarnos a nosotros mismos y a las próximas generaciones su aprovechamiento y disfrute. Por tanto, una verdadera política medioambiental tiene que tener siempre como eje vertebrador tres pilares básicos de los que nunca se puede alejar: velar por la calidad más óptima de las condiciones del medio que envuelve a un núcleo de población y su entorno y que son indispensables para la vida de las personas, asegurar su Biodiversidad y trabajar por el establecimiento de un Desarrollo Sostenible dentro del mismo. Respecto al primero, todos estamos de acuerdo en la necesidad de respirar un aire limpio y beber un agua de calidad o de no estar en contacto con sustancias tóxicas o cancerígenas, por ejemplo. Respecto a la Biodiversidad, hay que decir que esta también es fundamental, puesto que cuanto más rico sea un determinado ecosistema, más nos podremos beneficiar. Así, existen multitud de plantas silvestres con propiedades medicinales y otro tipo  de usos muy valiosos o cantidad de especies animales también silvestres -como muchas aves e insectos- nos causan silenciosamente un beneficio tremendo en la vida cotidiana y en actividades económicas como la agricultura, por no hablar del potencial económico que supone en relación al cada vez más importante sector turístico dentro de las actividades terciarias, cuyo predominio constituye a día de hoy la tarjeta de identidad de una economía plenamente moderna y desarrollada. Y en cuanto al Desarrollo Sostenible, que duda cabe de que si seguimos un modelo de desarrollo económico que pone límites a los recursos que el propio medio nos ofrece y sobre los que basamos nuestra subsistencia, pondremos en riesgo nuestro propio futuro y, sobre todo, el de las próximas generaciones. Por tanto, esas tres son las grandes premisas sobre las que se debe apoyar una política medioambiental, a las cuales se les debe de añadir algo esencial sin lo cual no podrían prosperar: la necesidad de desarrollar entre toda la ciudadanía la Educación Ambiental, principalmente entre los jóvenes, pero, también, entre los no tan jóvenes.

 

Respecto a nuestro pueblo, ¿cuál es la situación del Patrimonio Natural de una Villarrubia adentrada ya en pleno siglo XXI? Si queremos saber la respuesta preguntémosles a nuestros mayores, pero, sobre todo, a todos aquellos que, situados en las esferas socioeconómicas bajas y humildes de la Villarrubia de hace cuarenta y tantos años o más y dentro de un contexto de extrema desigualdad social, pudieron subsistir y sacar adelante a sus familias gracias al Patrimonio Natural de nuestra localidad. Y si no, cuando el capataz de un gran terrateniente no elegía en la Plaza a algún jornalero o peón para trabajar en sus tierras, cómo se sacaba éste el jornal, qué llevaba para comer a su casa. ¿A caso no tenía el alivio de disponer de una pequeña pero muy fértil parcela en la vega regada por el Gigüela en la que sacaba productos básicos como patatas, legumbres o tomates? ¿A caso el mismo Gigüela, Guadiana o la confluencia de ambos en lo que ahora es el Parque Nacional no le proporcionaba multitud de animales comestibles como peces, cangrejos o ranas, además de patos y otro tipo de aves acuáticas? ¿A caso no tenían la opción de ir a Nuestra Sierra a por un haz de leña que bajaban luego al pueblo para intercambiarla con los panaderos por un poco de pan? ¿A caso en la misma Sierra no encontraban otro tipo de cosas que llevarse a la boca o a la de sus hijos hambrientos? Sí, durante mucho tiempo, durante muchas décadas e incluso siglos de gran desigualdad socioeconómica y con el afán de supervivencia como único estímulo mayoritariamente individual y colectivo, el Gigüela, el Guadiana, Las Tablas, la Sierra y, en general, todo el Patrimonio Natural situado alrededor de nuestro pueblo han aliviado los estómagos hambrientos de muchos villarrubieros.

 

Y ahora, ¿qué aspecto vienen presentado –no tengamos en cuenta algunos muy excepcionales años pluviométricos, que se repiten muy de vez en cuando- desde hace ya algunos lustros las vegas del Gigüela? ¿Qué vemos en ese paraje llamado los Ojos del Guadiana que da nombre a nuestro municipio y nos sitúa con letras mayúsculas en el mapa de España? ¿Dónde están Las Tablas de Villarrubia, que, habiendo sido lo mismo -y hacer muy periódicamente con esas inusuales lluvias cíclicas un amago de resucitar- en nada se parecen a lo que unos kilómetros más adelante es un Parque Nacional? ¿Cuál es la causa por la que se pidió hace no mucho desclasificar como Reserva de la Biosfera a lo que queda de nuestras Tablas y resto de humedales, que, igualmente, en esos años extraordinariamente lluviosos y muy puntuales resucitan efímeramente? ¿Por qué parece que Villarrubia se acaba al pie de la Sierra cuando realmente va mucho más allá? ¿Por qué, dentro de nuestra propia Sierra, no nos dejan pasar por los caminos por los que muchos de nuestros antepasados iban a buscarse la vida porque no había otra cosa? ¿Qué fue de aquellas extensas dehesas y encinares que antaño envolvían buena parte de los alrededores de Villarrubia y que también daban alimento o leña entre otros? ¿Qué queda de todo ello? Hoy en día, afortunadamente, ya no dependemos de todo aquello como dependían muchos de nuestros antepasados, pero lo que está claro es que desde entonces hasta ahora algo se ha hecho mal o muy mal. Tanto que a cualquier joven villarrubiero le cuesta creer que el paisaje de nuestro pueblo fuera tan diferente hace tan sólo unas décadas, como es el caso de nuestros humedales, o que aún hoy día existan parajes emblemáticos muy ligados a nuestra historia y acerbo popular de los que no podemos disfrutar, como es el caso de Nuestra Sierra.

 

En cuanto a la Calidad Medioambiental en nuestro entorno, la realidad hace levantar también bastantes suspicacias, siendo un hecho el que en los últimos lustros han proliferado determinadas enfermedades, como las alérgicas y las cancerígenas, y, a falta de un estudio sobre ello, cabe la posibilidad que esté directamente relacionado con la cada vez más deteriorada calidad del aire o el agua que bebemos y determinados productos que consumimos derivados de ella, sobre todo del agua procedente del acuífero que se sitúa bajo nuestras explotaciones agrarias, contaminado por algunos productos agrarios muy nocivos.

 

En resumen, Villarrubia, y más en concreto lo que es su término municipal, ha gozado históricamente de un Patrimonio Natural que actualmente está, o bien seriamente degradado -si no del todo-, o bien totalmente fuera del alcance y disfrute de los villarrubieros. Más por ignorancia y dejadez que de forma intencionada, nosotros los villarrubieros hemos sido los que en su día, de alguna u otra manera, permitimos la canalización del Gigüela y la desaparición de sus fértiles vegas, con la consecuente destrucción de Las Tablas de Villarrubia, o que alambrasen la Sierra y desde entonces no podamos acceder y transitar por aquellos tramos y parajes que por Historia, Tradición y, sobre todo, por Ley nos pertenecen. También estamos siendo nosotros los que, víctimas de una equivocada política agraria sugerida por las altas esferas políticas e institucionales hace ya años, estamos dejando vaciar el acuífero que antaño hacía manar Los Ojos del Guadiana, así como los múltiples manantiales que también alimentaban la vega del Gigüela, hasta tal punto que, si se sigue así, no terminará habiendo agua para nada, claro ejemplo de lo que no es el Desarrollo Sostenible. Del mismo modo, en relación a nuestras actividades agrarias, también parece que no somos muy conscientes de que utilizamos en exceso productos muy nocivos y tóxicos como ciertos plaguicidas y herbicidas que igualmente contaminan ese mismo acuífero y consecuentemente terminan penetrando en nuestro organismo con las consecuencias que ya hemos dejado entrever. Volviendo a nuestro río más cercano, hasta hace muy poco veíamos sin hacer ni demandar nada a nuestros políticos y gobernantes que el poco agua que habitualmente llevaba el Gigüela antes de iniciarse el último gran ciclo húmedo ya aproximándose a nuestro Parque Nacional solía ir circulando en unas condiciones poco menos que lamentables, todo un esperpéntico panorama. Tampoco parece importarnos mucho que otras joyas de nuestro Patrimonio Natural -fuera ya de lo que es Nuestra Sierra y humedales- como son los corredores ecológicos representados por nuestros arroyos, que conectan fundamentalmente sierra y humedales, o ecosistemas menores pero no de inferior valor ecológico como son los pequeños montes de encinas y, especialmente, las zonas de paleodunas o “arenales” vayan siendo destruidos.  Estos últimos, que, entre a otras especies vegetales y animales de gran interés, dan cobijo a una de las colonias de abejaruco –ave migratoria procedente de África- más importantes de la comarca, están siendo víctima de extracciones de arena y vertidos muy peligrosos cuya legalidad está bajo sospecha. Y si hablamos…

 

Podríamos seguir así con un largo etcétera, pero llegados a este punto debemos de cambiar la dirección de discurso y tratar de dar un soplo de optimismo, pues, a pesar de los pesares, aún hay razones para haberlo. Villarrubia, al margen ya de lo que es su Patrimonio Natural, ha cambiado mucho en las últimas décadas y, sobre todo, la vida de sus habitantes. El bienestar y la calidad de vida de los villarrubieros se han transformado para bien de forma radical y en nada se parece a la que describíamos líneas arriba, cuando muchísimos de nuestros antepasados debían ir cada día a la Plaza para que lo eligiesen para trabajar, y, si eso no ocurría, marchar a la vega, a la sierra o a cualquier otra parte de nuestro entorno y abastecerse de lo que ofrecía la Naturaleza. Pero aún no podemos hablar de un bienestar pleno, porque aún queda mucho por hacer dentro de lo que es el ámbito de nuestra sociedad y porque aún estamos muy lejos de aprovecharnos y disfrutar plenamente de lo que es nuestro Patrimonio y Calidad Medioambiental, una de las piedras angulares de nuestro bienestar. Ahora no necesitamos ese Patrimonio Medioambiental para poder subsistir como muchos de nuestros antepasados, pero lo seguimos necesitando para vivir, y no para vivir de cualquier manera, sino para llevar una vida de calidad, que es a lo que aspira cualquier sociedad moderna y avanzada. En una “Sociedad del Bienestar” como en la que nos encontramos en la actualidad, el Medio Ambiente y la Naturaleza nos ofrecen salud, ocio e incluso riqueza económica. Sobra decir que vivir o transitar sobre un entorno sin contaminación de ningún tipo y lleno de vida en toda su diversidad es altamente favorable para nuestro organismo, tanto en términos físicos como en términos psíquicos. Igualmente, el Medio Ambiente y la Naturaleza son el escenario ideal para desarrollar las actividades de ocio más saludables que podamos imaginar y que son una alternativa a otras actividades de entretenimiento perjudiciales y nocivas. Así, entre otras muchas, pensemos en actividades deportivas como el senderismo o el cicloturismo, la afición a la observación y contemplación de la Naturaleza, como la ornitología, o pasar un día en el campo con los amigos o la familia. Y finalmente, que duda cabe que dentro de esta “Sociedad del Bienestar”, en el que las actividades terciarias se han convertido en el motor económico de las economías desarrolladas, el sector servicios y el turismo –concretamente el turismo rural y verde- se erigen como un recurso económico altamente potencial en aquellas zonas con un valioso patrimonio medioambiental. Respecto a esto último, en este último lustro de excepcional y puntual bonanza hídrica y sin haberse resuelto el problema de fondo, sólo la llegada de una cifra que ya rebasa el millón de visitantes a Las Tablas –temporalmente “resucitadas”- nos puede dar una idea del peso que puede llegar a tener este sector económico si recuperamos, cuidamos y sabemos divulgar y ofrecer el Patrimonio Natural de Villarrubia. Situado al lado de un Parque Nacional -Nuestro Parque Nacional- éste se compone, por un lado, de otros destacadísimos humedales, que serían las Tablas de Villarrubia y el Río y Ojos del Guadiana, declarados por la Unesco Reserva de la Biosfera. Por otro, una extensa sierra que, junto al resto de los Montes de Toledo, ha sido catalogada por la Unión Europea como Lugar de Interés Comunitario (LIC). Además, ambos se encuentran a su vez salpicados por multitud de corredores ecológicos y microecosistemas como los ya mencionados, completando el conjunto de todos ellos una de las ZEPAs (Zona de Especial Protección de Aves) más importantes a nivel nacional ¿Alguien da más?

 

Sigamos valorando económicamente todo este patrimonio, ahora haciendo, con los pies sobre la tierra, un ejercicio de imaginación: supongamos que desde ya los villarrubieros en general, nuestros políticos y gobernantes locales en particular, y con el apoyo de esferas institucionales mayores, decidimos ponernos manos a la obra y, de una u otra manera, comenzamos movernos por recuperar y revalorizar en su justa medida todo ello. Por empezar por algo, logramos que se tape el canal con el que comenzó la desaparición de la vega y consecuentemente de las Tablas de Villarrubia. A la vez, después haber sido transformadas la mayor parte de ellas en siembras y cultivos baldíos, las reconvertimos en lo que fueron y pueden volver a ser, un espacio natural de  primera magnitud, como lo es su hermano mayor, Nuestro Parque Nacional. Todos hemos podido comprobar este tiempo de atrás el impresionante poder de regeneración que tienen, como humedales que son, nuestras vegas y tablas, y el potencial paisajístico y biológico que es capaz de atesorar cuando hace presencia su elemento nuclear, el agua.

 

Por seguir con otra cosa, ahora supongamos que ampliamos nuestra red de Caminos Públicos serranos, y la escueta oferta con que contamos a día de hoy -Sendilla de San Cristóbal, Sendilla de La Virgen, Senda de La Virgen a la Fuente del Membrillo, Camino de Los Picones… y Carretera de Urda, por sumarle algo más y hacerla un poco más digna- la ampliamos a la treintena de caminos semejantes que, a día de hoy, están cerrados a pesar de que la legislación vigente dice que todos ellos deberían estar abiertos al tránsito público. Algunos de ellos serían el Camino del Batanejo, el Camino del Alamillo, el Camino de Manciporras, el Camino de Matabestias o el Camino de la Pedriza de la Encina.  A todos ellos habría que sumar también las vías pecuarias de Valparaíso y Los Santos –coladas las dos- y El Carrerón –cañada en este caso-.

 

Entretanto, revalorizamos y protegemos esos otros espacios de los arenales, los encinares… para darnos de nuevo un chapoteo en el agua: supongamos también que, otra cosa que en este caso no está tanto- y a la vez sí- en nuestras manos, un nuevo Plan Especial Alto Guadiana funciona y con el tiempo se va recargando el Acuífero 23 y, finalmente… terminan por manar los Ojos de Guadiana, conocidos en toda España y referente de primera magnitud para cualquier turista que viene a la zona. A la vez, eso supone de nuevo un río Guadiana y un Parque Nacional de nuevo vivos y de forma natural. Del mismo modo la recuperación de este acuífero equivaldría al renacimiento de los manantiales de nuestra vega –Ojo de La Médica, Fuente de Las Pozas, Ojo Ricopelo, Los Ojuelos…-, aspecto también clave para la recuperación de las Tablas de Villarrubia.

 

Perfecto, hemos logrado recuperar un impresionante Patrimonio Natural. A continuación lo ponemos en valor. Seguidamente lo divulgamos y ofertamos y… finalmente, la familia Lopez Marín decide venir desde Asturias a Villarrubia de los Ojos, famoso por su belleza, riqueza y variedad paisajística. Lo hace con el deseo de pasar un agradable fin de semana en contacto con la Naturaleza. Hace ya un tiempo, encantados tras una experiencia previa, unos amigos que estuvieron aquí les aconsejaron que vinieran por esta zona de La Mancha cuando se le presentara la ocasión. Les contaron que a lo largo de un fin de semana estuvieron viendo los famosos Ojos del Guadiana y su Centro de Interpretación, dependiente de Villarrubia, y un pletórico Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Este último lo vieron desde dos perspectivas distintas. Una de ellas, in situ, recorriendo las pasarelas, los observatorios… y otra, que les sorprendió también sobremanera, recorriendo la Sendilla de La Virgen, desde donde disfrutaron, con una panorámica privilegiada, del gran humedal manchego y de los tablazos de Villarrubia, y además respirando el saludable y, a la vez, aromático aire del que uno disfruta recorriendo los Montes de Toledo. Pero eso no fue todo, y ese fin de semana también les dio para adentrarse aún más en estos Montes de Toledo recorriendo la Colada de Valparaíso, quedándose boquiabiertos con panorámicas como la de la “Cruz de Ocaña” –otro de los numerosos “balcones” de La Mancha a donde conducen estas travesías- o ese monumento de la Naturaleza llamado “Peñamorejón”. Y, entremedias, todavía les dio tiempo a disfrutar de las maravillas de los arenales, con sus importantes colonias de abejaruco y lagarto ocelado o la multitud de elementos botánicos de interés que en ellos proliferan.

 

Con ese más que seductor referente, a la primavera siguiente la familia López Marín decide acudir sin pensárselo más a nuestro municipio. Se alojará en una de las numerosas casas rurales que aquí con el tiempo se han ido habilitando y su programa para los dos días que pasarán aquí será en primer lugar visitar el sábado por la mañana los Ojos del Guadiana y el Parque Nacional. Maravillados por el espectáculo de los humedales manchegos, la tarde el sábado la emplearán en recorrer ahora las restauradas Tablas de Villarrubia, visitando el Centro de Interpretación que en ellas se ha habilitado y haciendo algunos de los numerosos itinerarios que en ellas se han abierto y las recorren, con sus observatorios, paneles de información sobre flora, fauna, geología, etnografía, etc. Como se encuentran anexas a zonas de arenales y de encinares, estos también los recorren, pues algunos de esos itinerarios conectan con estos otros espacios próximos.

 

El domingo cambiarán de escenario y centrarán sus miras en Nuestra Sierra, tal como hicieron sus amigos. Así, la mañana la emplearán en recorrer una buena parte del Camino de Manciporras, descubriendo por primera vez el “monte mediterráneo”, otro mundo  también fascinante que hasta el momento tampoco nunca experimentado por ninguno de sus miembros. La buena señalización de estos caminos y vías pecuarias serranos, con sus paneles interpretativos también acerca de la flora, fauna, geología, etnografía… -presentes y habituales, como es normal, en cualquier otra zona de España que se precie de sus paisajes y tesoros naturales- facilita sobremanera su tránsito por el sector villarrubiero de los Montes de Toledo. La idea de esta familia era la de volver a comer a Villarrubia y emplear parte de la tarde en hacer un tramo de la Sendilla de la Virgen y así disfrutar de esa otra visión de las tablas de Villarrubia y Daimiel, tal como les habían aconsejado esos amigos. Pero, después de un día y medio con tanta actividad, el cansancio y las fuerzas, unidas al largo viaje que les queda por hacer, les hace tomar la decisión de emplear ese tiempo en descansar y, finalmente, iniciar el regreso. Así pues, muy a su pesar, no han podido hacer ese trayecto tal como habían planeado y tal como era su deseo. Pero no pasa nada. Durante el viaje de regreso, incluso ya antes de iniciarlo, se han prometido que volverán en el otoño. Y no sólo por poder disfrutar por fin de nuestros humedales desde la Sendilla de La Virgen o de San Cristóbal, sino porque también quieren volver a deleitarse paseando por tablas de Villarrubia y Daimiel, esta vez con los colores y la avifauna de la etapa otoñal-invernal. Igualmente, les gustaría hacer otra de las grandes rutas que atraviesan la sierra y de la que le hablaron muy bien durante esa primera estancia en nuestro pueblo: la Colada de Los Santos y los escenarios que ésta incluye como el Barranco de Los Santos, Jalúa, Los Melecos o Las Bañaderas. Y, sin duda, si aún quedara algo de tiempo, de nuevo se acercarían a ver los legendarios Ojos del Guadiana. Y posiblemente lo harían en compañía de otros amigos, que, animados por la familia López Marín, también se decidirían ir a descubrir los escenarios naturales de Villarrubia de los Ojos. Como luego harían unos familiares de estos otros aconsejados por ellos, y después unos compañeros de trabajo de estos últimos, unos conocidos de los cuales también acudirían posteriormente tras escuchar el relato de su gratísima experiencia por aquí…y así una y otra vez.

 

Pero, ¿cómo repercutiría todo esto en la economía local? Lógicamente, no todos los villarrubieros vivirían de esto. Como tampoco todos los villarrubieros viven de la agricultura, la construcción, la industria, el comercio, la hostelería u otros oficios. Pero, de una u otra manera, directa o indirectamente, la rehabilitación de nuestro Patrimonio Medioambiental y su relación con el sector servicios y del turismo crearía un más que evidente beneficio económico que repercutiría en el resto de sectores económicos: generaría la habilitación de casas rurales, algún que otro hotel o pensión, incluso algún albergue o camping en los que encontrarían alojamiento la familia López Marín. Antes de llegar e instalarse la familia López Marín, el propietario de cualquiera de ellas se ve obligado a pedir los servicios de un carpintero, fontanero, electricista, cerrajero, cristalero o albañil locales para arreglar algún desperfecto causado durante la estancia de los inquilinos anteriores. Esos mismos servicios serían requeridos para reparar también algún que otro desperfecto producido en esta ocasión en alguna de las numerosas instalaciones e infraestructuras públicas y municipales habilitadas en los espacios naturales visitables (centros de interpretación, paneles informativos, paseos y pasarelas, papeleras…), instalaciones e infraestructuras que previamente habrían generado empleo durante su proceso de construcción, levantamiento o colocación. Igualmente, algunos/as villarrubieros serían contratados como personal para estar al cargo del mantenimiento, vigilancia del buen estado y limpieza de esas instalaciones o para atender e informar a los visitantes en los Centros de Interpretación de Las Tablas de Villarrubia o de los Ojos del Guadiana. Una vez en Villarrubia, los López Marín irían a comer y a cenar a algún bar-restaurante del municipio. Allí consumirían, entre otros, pan elaborado en cualquiera de las panaderías locales y, el señor López, amante del buen vino, pediría de bebida un buen vino de los elaborados en algunas de las cooperativas y bodegas villarrubieras, de donde procedería también el aceite virgen con que aliñarían las ensaladas con que acompañarían sus degustaciones. Además de la belleza natural de nuestro pueblo, de estos dos últimos productos culinarios de gran calidad harían propaganda y publicidad gratuita allá en Asturias nuestro amigo el señor López al hablar de su estancia en Villarrubia a familiares, paisanos, amigos, compañeros o conocidos una vez hubieran regresado a su lugar de origen. Por otro lado, esta familia contrataría a alguna empresa de turismo activo rural que crearían algunos de nuestros vecinos para recorrer con ellos y enseñarles, como guías-intérpretes, algunos de los escenarios que tendrían previstos visitar. Antes de iniciar esas visitas, la familia López Marín se acercaría a algún establecimiento comercial del pueblo para comprar pipas y agua para mientras hacen las excursiones, y también se acercan a alguna de las gasolineras de Villarrubia para llenar el depósito de cara a esos desplazamientos en vehículo por la zona. Y cuando han finalizado su estancia en Villarrubia, antes de partir hacia Asturias, deciden pasarse por una de las queserías locales para llevarles a algún ser querido un queso manchego como recuerdo.

 

Sin dejar de imaginar con los pies en la tierra, volvamos a la realidad y reflexionemos entonces si es apta la actual situación del Patrimonio y Calidad Medioambiental de Villarrubia. ¿No se le podría sacar muchísimo más partido en cualquiera de esas tres vertientes a las que nos hemos referido, o sea, salud, ocio-entretenimiento y beneficio económico? ¿Merece la pena esforzarse infinitamente más por su recuperación y conservación? La respuesta cae por sí sola. Ciudadanos y políticos de Villarrubia debemos valorarlo en su justa medida y trabajar en ello si realmente queremos alcanzar la “Sociedad del Bienestar” y una Villarrubia moderna, avanzada y económicamente próspera y sostenible. Contamos con un Patrimonio Natural excepcional, envidiable no sólo para cualquier otro municipio de la comarca, sino también a escala nacional, que debería hacer de nuestro pueblo un lugar mucho más atractivo en el que vivir y también mucho más atrayente para la gente que viene de fuera que lo es en la actualidad. Son muchas las cosas que hay que corregir y rectificar y en las que hay que trabajar y dos son las vías para conseguir esta meta. Por un lado, a nivel particular, apoyar o participar en aquellas iniciativas y movimientos tanto institucionales como ciudadanos que, con una participación abierta a todos, persiguen precisamente la recuperación de nuestro Patrimonio y Calidad Medioambiental. Por otro, también a nivel particular como ciudadanos, demandando a nuestros gobernantes más implicación en ello, pues, sólo de esta manera, desde las esferas institucionales y de gobierno se empezará realmente a trabajar en una verdadera política medioambiental.

 

En definitiva, resulta imposible separar la “Sociedad del Bienestar”, así como el Desarrollo, el Progreso y el Crecimiento Económico, del Medio Ambiente, y, menos aún, de una política medioambiental seria y rigurosa. De manera que sería un auténtico pecado capital que los villarrubieros diéramos la espalda o, peor aún, dejáramos desaparecer el potencial medioambiental de nuestro pueblo, cuyo nombre y una de las principales señas de identidad lo dicen todo: Villarrubia de los Ojos…del Guadiana, que tiene como patrona a la Virgen… de la Sierra.

 

 

Dedicado a nuestro paisano

 Concepción Sepúlveda Rodríguez, “Conce”,

 que ama y conoce como pocos, si no como

 nadie, las maravillas y secretos de nuestro más

 cercano Patrimonio Natural, y siempre se  ofrece

 para compartirlo, de forma totalmente desinteresa

 y con una desbordante pasión, a todos los

 villarrubieros que nos interesamos por

su descubrimiento y disfrute.

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