En cualquier humedal y en especial durante la alta primavera y la primera parte del verano cuando aún está en vigor la época de reproducción, y el caso de las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos del Guadiana y resto de humedales manchegos no es una excepción, apenas parece darse diferenciación entre el día y la noche, al menos en lo que a actividad y sonidos se refiere, entre buena parte de los seres vivos que los habitan. Así, al igual que ocurre durante las horas diurnas, y en este caso quizás motivado e incrementado por la presencia de una luminosa Luna Llena, en los tablazos daimieleños y villarrubieros y otras zonas húmedas de La Mancha ranitas meridionales o de San Antón –aunque en este caso son más bien crepusculares y nocturnas-, avetorillos, fochas, malvasías, flamencos, avocetas, archibebes, zampullines chicos y hasta algún carricero tordal parecen continuar en las altas horas de la noche la casi incesante actividad con la que venían trasegando durante las largas horas de sol.